El Abuso Ritual
El Abuso Ritual es un tipo de crimen organizado del que nadie habla a pesar de su recurrencia. Hoy le hacemos un espacio en este blog. Hablemos del Abuso Ritual en serio y con profesionalidad.

Dentro de la temática más amplia del abuso sexual del que hablamos a menudo en esta página web, hoy vamos a hablar del abuso ritual. El abuso ritual vincula con otras materias tratadas aquí como la falsa memoria, las sectas, y también el control mental mediante trauma.
Descripción del abuso ritual
Si tenemos en cuenta la descripción de Crimen Organizado, el Abuso Ritual sería un tipo de crimen organizado, puesto que lo llevan a cabo grupos organizados de personas. El abuso ritual consiste en un tipo brutal de violencia que sufren menores y adultos en todo el mundo. Consiste en un maltrato físico y psicológico y en abuso sexual, pero practicados de una forma extremadamente violenta. Se llama ritual porque implica el uso de rituales. Ritual no significa necesariamente satánico, aunque a veces el término va unido porque la mayoría de los supervivientes de este tipo de abuso afirman que había un componente satánico en lo que les hacían. Parece que esto se hace para buscar un adoctrinamiento en las creencias y en las prácticas satánicas, pero no siempre aparece. Además de la brutalidad con la que se llevan a cabo los abusos, se realizan de forma repetida durante un período prolongado de tiempo, a veces años.
El origen del término Abuso Ritual se lo debemos al psiquiatra norteamericano William Pazder, que introdujo el término "abuso ritualizado" en los años 80, a raíz de un caso de abuso que él trató en consulta. Pazder era un cristiano practicante y entendió este tipo de abuso como algo inherentemente satánico, e incluso viajó al Vaticano para informar de lo que estaba ocurriendo, porque lo entendió como un ataque al cristianismo. Hoy usamos una descripción mucho más amplia para hablar de este tipo de violencia, aunque nos queda claro que en muchos casos sigue habiendo un componente religioso o espiritual, satánico, si queremos decirlo así, pero no siempre.
En lo que respecta a la traducción al idioma español hay que explicar que la palabra abuse, es decir, lo que nosotros traducimos como abuso en español, en realidad tiene un significado mucho más amplio del que nosotros le damos. En el idioma inglés abuse es un término paraguas que abarca el maltrato físico, el maltrato psicológico y el abuso sexual. Por eso en inglés hay que especificar de qué tipo de maltrato hablas, diciendo sexual abuse, physical abuse, verbal abuse, etc. Para nosotros, en español, el abuso se circunscribe al abuso sexual o bien a un abuso de poder, pero cuando hablamos de violencias físicas no hablamos de abuso sino de maltrato. Lo que vengo a decir es que al decir abuso ritual muchas personas pueden pensar que estamos hablando solamente de abuso sexual y no es así. Como vamos a explicar aquí, esta es una violencia que implica un maltrato físico, que en realidad es tortura, y también maltrato psicológico y emocional aparte del abuso sexual y la violación.
¿En qué consiste el abuso ritual?
Los testimonios de los supervivientes y de los psicólogos que los han tratado nos hablan de violencias extremas llevadas a cabo en grupo, donde encontramos a múltiples victimarios y a múltiples víctimas, en escenarios específicos y lugares concretos. Muy a menudo este abuso ritual es intergeneracional y los victimarios suelen ser los miembros de la misma familia, que a su vez fueron víctimas anteriormente.
Este tipo de violencia tiene una serie de características particulares. Incluye la tortura y el asesinato, además del sacrificio de personas o animales de forma ritualista. Incluyen también actos como el canibalismo o la necrofilia, beber sangre humana, comer heces, beber orina, participar en orgías sanguinarias que terminan en la muerte de uno o varios participantes, o etc. Por otro lado, las víctimas pueden verse obligadas a matar a otras personas como ritual iniciático para poder pertenecer al grupo. También es muy común una violencia muy específica que consiste en cortar miembros del cuerpo humano, sobre todo las manos, pero también los dedos, los pies, las orejas o la nariz; también sacarles los ojos a las víctimas. Todo esto lo vemos muy bien representado en las películas.
El abuso ritual raramente es el objetivo final del victimario, sino que se usa como un fin para otros medios. El objetivo mayoritario de este tipo de violencia sería el sometimiento absoluto de la víctima y el control total sobre su persona, es decir, el control mental mediante trauma. El abuso ritual incluye todas las técnicas de adoctrinamiento que vimos cuando hablamos del funcionamiento de las sectas, que son técnicas de control mental. Aquí también sobresale el uso de drogas y químicos que alteran la mente.
En un sentido amplio, vemos un tipo de abuso ritual, o maltrato ritual, en diferentes contextos sociales, como el entrenamiento militar, las novatadas en la universidad o en otros lugares, o etc. Ya hablamos de cómo encontramos comportamientos sectarios en muchas áreas sociales de la vida, y entre la población en general. Y es que los comportamientos ritualizados están muy vinculados a muchos tipos de violencias y a muchos comportamientos humanos. Los encontramos en el crimen organizado -como el abuso ritual del que hablamos aquí-, pero los encontramos también en los clanes donde se da el abuso sexual intrafamiliar, de los que hablamos extensamente; pero podemos encontrar rasgos de comportamientos ritualizados también en la forma de maltratar a una mujer por parte del maltratador que actúa en la intimidad de su hogar. Existen unas pautas y patrones de comportamiento concretos que suelen seguir los victimarios para someter a sus víctimas que se pueden considerar “ritualizados”, o, digamos “protocolarios” y esto, si lo escalamos al mundo del crimen organizado, encontraremos que ocurre con mucha más asiduidad y con componentes concretos y específicos para el resultado que quiera obtener ese grupo criminal, en nuestro ejemplo, convertir a esa persona en un esclavo disociado. De hecho, a causa de lo muy intolerables que resultan estas violencias, las víctimas de abuso ritual con frecuencia desarrollan el trastorno disociativo de identidad (TDI) antiguamente llamado de personalidad múltiple.
El abuso ritual en la sociedad
A pesar de la resistencia a creer que estas cosas existen parece que este tipo de violencia es más frecuente de lo que nos gustaría admitir. Muchos supervivientes afirman haber sufrido este tipo de violencias en entornos sectarios como por ejemplo La Cienciología; las familias mormonas, que viven en comunidades aisladas; sectas de diferentes tipos, como Jonestown, o incluso organizaciones gubernamentales como Boystown en Estados Unidos. Pero no solamente lo encontramos en estos lugares. Los expertos que investigan la recurrencia del abuso ritual nos explican que esto ocurre mucho también a nivel casero, en muchos países del mundo y con mucha frecuencia.
En pocas palabras, el abuso ritual está mucho más cerca de lo que creemos y todos conocemos casos, aunque no sepamos que son casos de abuso ritual. Las niñas de Alcácer, en España en los años 90, sufrieron un tipo de violencias que podemos considerar ritualistas. A una de las niñas le arrancaron la piel de la espalda. Otra de ellas apareció con una Cruz de Lorena insertada en las vértebras, a dos de ellas les cortaron una mano, y etc. El caso Macastre tiene algunos rasgos ritualistas también. Y muchos otros casos que todos hemos conocido por la prensa, en España y en todo el mundo. En el podcast sobre la pertinencia del suicidio hablábamos del caso del Monstruo de Florencia, aunque por encima. Para quien no lo sepa, los asaltantes y asesinos de estas parejas (eran asesinatos a parejas) les cortaban las manos en muchos casos, y realizaban signos ritualistas sobre el cuerpo de las víctimas. Por los testimonios de los supervivientes de abuso ritual sabemos que estos son componentes de este tipo de abuso. Muchos de los supuestos asesinos en serie que muchos conocéis -y de los que vamos a hablar en otras entradas-, cometían sus asesinatos siguiendo patrones ritualistas o añadiendo elementos que sabemos que pertenecen a rituales.
Y se entienden las resistencias a creer estas cosas, porque es demasiado para la mayoría de las personas. Digamos que la gente prefiere no saber, porque es doloroso, pero hay evidencias de sobra de las cosas que ocurren en el mundo. Si alguien decide seguir ciego a lo que está pasando, lo entiendo. Otra cosa es que nos quieran convencer a los demás de que aquello es inventado. Es como negar que hay padres que abusan sexualmente de sus hijos en su hogar, aunque admitan que hay curas que abusan de los niños en la iglesia; o entrenadores de deportes; o productores de televisión o cine, o los montones de ejemplos de abusos que vemos en televisión. Si es público y son casos grandes, no hay resistencias. Sin embargo, cuando las víctimas se atreven a denunciar que a ellos les ocurre lo mismo en su hogar, a manos de sus padres o familias, la respuesta es un claro y rotundo no. Pues sepan ustedes que la mayoría de los casos de abusos sexuales en entornos diferentes del hogar comienzan en la privacidad de sus hogares y que, en la mayoría de los casos, son los propios padres quienes venden a sus hijos.
En lo que concierne a mis colegas académicos, solo quiero resaltar una cosa y es la rabia y la agresividad con la que muchos se dirigen a los que nos atrevemos a hablar de esto y de otras cosas poco populares. Al buen observador se le hace evidente que la agresividad contra nosotros esconde algo. Han ocurrido demasiadas cosas en el mundo como para que sigamos afirmando que no hay evidencias, que no hay testimonios, que las víctimas mienten o que se lo inventan. Es muy poco profesional reaccionar de ciertas maneras a esta información.
Cuando un profesional se encuentra con alguien que dice tonterías sobre su campo de especialidad, las reacciones pueden ser muy variadas, pero por norma general, cuando vemos agresividad en un “experto” de algo, podemos sospechar que el agredido ha tocado un punto caliente, que ha empezado a hablar de algo que es tabú o de lo que no se habla por alguna razón. La reacción es muy similar a la que tienen las madres del abuso cuando sus hijas viene a decirles que sus padres las violan. La traducción de la reacción de estas personas es “¡No me digas lo que ya sé, y no hables de eso, que tiene que seguir siendo secreto!” En cualquier caso, el profesional aquí tiene que entender que, con su actitud, solo les hace daño a las víctimas.
Vamos a intentar ver un poco más allá de lo que nos han contado y a escuchar a las víctimas y a darles la credibilidad que se merecen. Vamos a dejar de atacar a las víctimas y a negarles la justicia y el respeto que se merecen.
Por si acaso aquí va un listado de referencias sobre el abuso ritual en el mundo, y también un listado de condenas de cárcel que se han emitido por abuso ritual en todo el mundo.
Y recuerda que puedes escuchar el podcast correspondiente a esta entrada aquí.