El adoctrinamiento en Violencia de Género
Una ley que nos considera a todas víctimas por el simple hecho de ser mujeres nos condena a aquello de lo que nos quiere proteger.

Ya hemos hablado largo y tendido en este en esta página web sobre la victimización en las mujeres. Esta entrada es la continuación de una primera entrada en la que hablábamos de dos mujeres que presentaban dos casos muy diferentes de victimización. Aquí voy a explicar una anécdota particular que me ocurrió en la universidad en la que estudié un máster sobre Criminología. Y lo hago para mostrar hasta qué punto la creación de la ley que llaman de Violencia de Género es contraproducente para las mujeres. Intento mostrar también de qué forma la creación de estas leyes responde a un adoctrinamiento y a una manipulación de la información que se está llevando a cabo de una forma muy descarada desde la Academia. Esto termina creando muchas más víctimas que aquellas a las que protege.
La violencia de género se ha convertido en una asignatura transversal y obligatoria en muchas universidades en muchos países, y aunque aquello que estés estudiando no tenga nada que ver con la victimización o con la violencia. Y esto se hace así porque, según la agenda de género, esta es una violencia que es pública, que nos incumbe a todos y por eso todos tenemos que estudiarla.
En el máster del que yo hablo aquí estudiar la violencia de género tenía sentido, pero hubiera tenido mucho más sentido estudiar los abusos sexuales y sin embargo no se mencionaron, como no se menciona en ninguna carrera en ninguna universidad, ni siquiera en la carrera de psicología dónde tendría que ser obligatorio.
Uno de los trabajos que tuve que realizar para este máster consistía en crear un plan de prevención para la violencia de género. Soy psicóloga experta en trauma y abuso sexual en la infancia, y por eso sé muy bien que la violencia de género es una revictimización que sufren las mujeres cuando han sido víctimas en su infancia y su adolescencia. Una cantidad incontable de mujeres terminan en relaciones de violencia en su edad adulta porque vienen victimizadas de su infancia y en muchos casos por abusos sexuales. En ese sentido yo creé un plan de prevención de los abusos porque es justamente lo que está en la base de la violencia de género en una mayoría de los casos. La lectura que se hacía de aquello es que si podemos prevenir los abusos sexuales podremos prevenir la violencia de género en un porcentaje muy alto.
La evidencia de la vinculación entre la violencia en la infancia y los malos tratos que hoy llaman violencia de género es muy clara y ya es bastante abundante. Los que llevamos tiempo en el circuito de la violencia sabemos esto. Empezaron a surgir estudios sobre la temática en los años 90 y hoy ya tenemos un buen cuerpo de investigación para afirmar que el fenómeno de la revictimización existe, y para vincular sin inconvenientes la violencia de género con la violencia anterior en la vida. Uno de los estudios más importantes al respecto y que marcó un antes y un después fue el estudio ACE del que ya hemos hablado en otras entradas.
Yo empecé a trabajar con mujeres maltratadas en un hogar de acogida hace más de 20 años, cuando ni siquiera era psicóloga, y esta vinculación entre las violencias diversas que las mujeres sufrían en la vida se daba por sentada desde el principio. Y aquello lo hice en Estados Unidos por lo que alguien puede pensar que quizás sea diferente en otros países, pero la verdad es que este es un fenómeno internacional. La revictimización no tiene nacionalidad. En aquellos años 90 se daba por sentado como algo ya natural que una mujer llega a una relación de violencia en su vida adulta porque viene violentada y victimizada de su infancia. Y como yo lo aprendí así, lo he dado siempre por sentado. Mi experiencia en la práctica clínica de los años posteriores trabajando sobre todo con supervivientes de abusos me ha confirmado que, efectivamente, esto es así. Luego, yo he podido comprobarlo en la teoría y en la práctica; en la experiencia de otras mujeres y con mi experiencia propia también.
Por todo esto sorprende mucho que lo que ahora nos enseñan en la Academia sean argumentos que no tienen nada que ver con lo explicado aquí. Como estudiante universitaria esperaba que mis profesores supieran de lo que estamos hablando puesto que son expertos -o eso dicen ellos- en victimización. Pero me sorprendió y me frustró comprobar hasta qué punto no es así. La profesora que me corrigió el trabajo, feminista ella misma, me respondió haciéndome unas anotaciones que venían a decir algo como lo siguiente:
“Partes de la base de que las víctimas de violencia de género han sufrido todas abuso sexual en la infancia y esto es completamente falso. Cualquier mujer puede ser víctima de violencia de género, incluso las más empoderadas, pues esta violencia se genera únicamente por la percepción que tiene el hombre de la mujer como alguien inferior en derechos y capacidades”.
Al margen de lo que suponga para mí a nivel personal que una profesora me responda esto; y al margen de mis frustraciones personales con la universidad; y de haber comprobado por experiencia propia las graves limitaciones que padecen los académicos; y lo muy poco que tiene que enseñarme a mí la Academia, si esto me importa es por el efecto que tiene en la vida de todas las mujeres. Este ejemplo de esta profesora nos sirve perfectamente como muestra de lo que está pasando en los últimos diez años. Y habló del caso de España sabiendo que esto está ocurriendo en otros países también. Si esta profesora llegó a responderme de esta forma es que eso es lo que le han enseñado a ella en la universidad.
Y no puedo explicar hasta qué punto es peligroso distorsionar de esta forma la información y enseñar erróneamente a aquellos que luego van a ser profesores. Las personas que se han formado en la universidad en los últimos diez años han recibido todas el mismo tipo de adoctrinamiento sobre esta llamada violencia de género. Esta profesora no me respondió de esta forma por capricho ni porque esta fuera su opinión. Más bien, la respuesta de esta mujer es un reflejo de lo que está pasando en las universidades. Es una muestra del adoctrinamiento que están sufriendo los estudiantes. Y esto es muy grave.
Es importante explicarles a las mujeres que no por el hecho de ser mujer vas a terminar en una relación de maltrato. Es mentira que solo el hecho de nacer mujer te condicione a ser una víctima. No podemos educar a las generaciones futuras en la idea de que deben tener miedo por haber nacido mujeres. Para que la mujer acabe en una relación de violencia en su edad adulta tiene que haber unos antecedentes de victimización o, por lo menos, una problemática que haya causado vulnerabilidades emocionales en ella, y es importante que las jóvenes lo sepan. Claro que puede haber mujeres víctimas de violencia doméstica que no vengan victimizadas ni que sean vulnerables, pero son solo casos residuales.
No es difícil darse cuenta de cómo este argumento es justamente lo que va a hacer que las mujeres terminen siendo más víctimas de lo que ahora son. Generalizar la indefensión para todas las mujeres nos rebaja a todas al nivel de víctimas, afirmando que todas tenemos las mismas debilidades y necesidades, y esto es falso.
¿No le parece extraño a nadie que desde que se creó esta ley haya aumentado exponencialmente el número de víctimas de violencia de pareja? Es mi opinión que este aumento en la violencia es una consecuencia directa de la creación de esta ley.
La problemática de la violencia doméstica es compleja y no se puede simplificar apelando a cómo nos consideran los hombres o a la victimización de las mujeres como si se tratara de elementos inflexibles; como si no hubiera matices dentro de toda la dinámica de la violencia, o como si todos los casos se constituyeran de los mismos elementos y fueran iguales y por lo tanto se pudieran tratar igual.
Por otro lado, esta ley, lejos de mejorar las relaciones entre hombres y mujeres, ha terminado de ponerle la puntilla a un problema anterior: la supuesta guerra de los sexos. Porque lo que subyace a la lectura de la ley no es solamente que las mujeres sean víctimas (todas) sino que los hombres son agresores (todos).
Lo que prevalece es el adoctrinamiento sin una educación previa y sin aportar recursos que puedan realmente ayudar al problema. Ya he oído en varios contextos diferentes a varias mujeres quejarse de que esta ley de género no les está ayudando en absoluto, siendo ellas mujeres maltratadas. A las mujeres no se les enseña a defenderse, no se las educa en la dignidad y no hay recursos terapéuticos que las ayuden a madurar o a integrar sus traumas. Lo único que les entregamos a las mujeres son leyes absurdas que las ponen en una condición de vulnerabilidad que solo agrava sus casos. El problema ya era grave antes de que llegara esta ley, y ahora es terrorífico.
Las mujeres tenemos una gran responsabilidad aquí y debemos comenzar a decir muy alto que no somos víctimas solo por el hecho de ser mujeres. La Ley Integral de Violencia de Género no es solo una ley, es un adoctrinador en toda regla. No debemos consentirlo.