Qué es la psicología del trauma
La psicología del trauma aún no se ha hecho un sitio en España, a pesar de lo recurrente del trauma en nuestra sociedad.

La psicología del trauma es una comprensión de la psicología que toma en cuenta el hecho de que el trauma forma parte de la vida humana. Los seres humanos somos frágiles y existen miles de experiencias que nos pueden dejar en un estado traumático o con un trastorno de apego. Dentro del trauma hay niveles, pero se puede decir que la mayoría de las personas han sufrido por lo menos una experiencia traumática a lo largo de sus vidas.
Esta forma de entender la psicología no trata de instaurar nuevos hábitos conductuales en las personas, ni por medio de la restructuración cognitiva, ni por ningún otro medio. Lo que hacemos en psicología del trauma es generar cambios en el sistema nervioso que lo equilibren y regulen. Por eso usamos términos como reprocesar o integrar trauma. Los cambios no son superficiales, a nivel de comportamiento. Son cambios estructurales, a nivel neurológico.
El trauma no reprocesado puede causar estrés postraumático, TEPT, que se caracteriza por diferentes síntomas como la intrusión continua de recuerdos de la experiencia traumática, dificultades para dormir, trastornos alimenticios, ansiedad y/o depresión, y otras perturbaciones similares. Además de este TEPT, hay muchos otros efectos del trauma en las personas, que se manifiestan en la incapacidad de relacionarse adecuadamente con otras personas, el miedo a la intimidad, las fobias, las adicciones, etc.
El trauma puede generar también disociación. Un cerebro disociado es un cerebro que no puede realizar sus funciones correctamente. Podemos saber si tenemos un cerebro disociado si nos distraemos con mucha facilidad, si estamos todo el día en las nubes y nos cuesta concentrarnos, si no somos capaces de recordar lo que acabamos de hacer, si no tenemos sensación táctil en los dedos al tocar superficies u objetos, o si no somos capaces a reconocer nuestra propia cara en el espejo. Además, se genera también un desequilibrio emocional. Todos estos síntomas dificultan muchísimo la vida de las personas.

Todo esto ocurre porque las experiencias traumáticas no se integran en el cerebro de forma normal, como el resto de las vivencias humanas. Durante la experiencia traumática el cerebro sufre un desbordamiento y queda incapacitado para integrarlo. Es decir, ese recuerdo no pasará por el circuito cerebral normal que tenemos las personas. Por eso vuelve una y otra vez. O bien, quedará completamente disociado, con el consecuente olvido de la experiencia. Si experimentamos disociación durante el trauma nos generará amnesia psicógena. Pero el hecho de que la experiencia se disocie no significa que no haya síntomas de trauma. Los síntomas se padecerán tanto si hay recuerdo como si no.
Las fórmulas terapéuticas tradicionales no pueden integrar trauma. Por eso encontramos a personas que llevan muchos años en terapia y no consiguen generar grandes cambios en sus vidas. La terapia tradicional de corte cognitivo-conductual se basa en la generación de nuevos hábitos y nuevas formas de pensar, sin profundizar en qué es lo que causa los síntomas en primer lugar. Estas terapias trabajan con la mente y no con el cerebro, por eso no generan grandes cambios. En el trauma lo que queda dañado es el cerebro, luego la terapia que hagamos para tratarlo tiene que poder arreglar los daños neuronales. La cognitivo-conductual les exige a los clientes que lleven a cabo unas pautas de forma consistente el resto de sus vidas para mantener un mínimo de equilibrio. Pero esto es algo muy difícil de llevar a cabo para alguien con un cerebro disociado o con trauma. Los propios efectos del trauma te impedirán seguir una rutina, y te devolverán a tus viejos hábitos de pensamiento.
El trauma desaparece generando cambios en el sistema nervioso. Y aunque hay pocas terapias que puedan ayudar a reprocesar trauma, son muy eficaces:
EMDR es una terapia que se basa en el movimiento ocular para reprocesar los recuerdos traumáticos. Cuando una persona sufre trauma se puede ver en su forma de mirar, errática, huidiza, como si no quisiera mirar de frente aquello que le perturba. Esto ocurre porque los nervios que sustentan nuestros ojos tienen conexión directa con el cerebro y cuando el cerebro trae un recuerdo perturbador, los ojos rechazan ese recuerdo moviéndose hacia otro lado. Esta terapia controla el movimiento ocular para que el cerebro pueda hacer el trabajo de integración cognitiva de la experiencia, que no hizo en su momento.

Brainspotting es otra técnica reprocesadora muy novedosa, pero que da muy buenos resultados en trauma y apego. Se basa en EMDR y trabaja también con la mirada, en este caso con la fijación de la mirada en un punto en el espacio. Llega a partes del sistema nervioso incluso más profundas que EMDR.

Finalmente, la Psicoterapia Sensoriomotriz es el perfecto complemento de las dos anteriores. Trabaja con el trauma que queda somatizado en el cuerpo en forma de dolores y enfermedades. Como ya sabrás, el cuerpo y el cerebro están conectados a través de una serie de nervios que inervan el sistema musculoesquelético. Esto significa que nada de lo que ocurra al cuerpo le es ajeno al cerebro, y viceversa. Podemos tratar el trauma a través de las conexiones neuronales disfuncionales, por ejemplo, con EMDR, o podemos tratarlo a través del dolor físico que esas conexiones neuronales disfuncionales le provocan a nuestro cuerpo. El primer enfoque sería de arriba hacia abajo, y el segundo de abajo hacia arriba, es decir, afectando al cerebro desde el cuerpo.
Es cierto que, el hecho de que un psicólogo conozca estas técnicas no significa que sea un experto en trauma. En España la psicología del trauma lleva un gran retraso, pero poco a poco, cada ve es más fácil encontrar a profesionales que sepan cómo tratar a una persona traumatizada como hace falta.
Escucha el podcast vinculado a esta entrada aquí.